Consuegra, Toledo y Ávila.

5:00 de la mañana del 12 de mayo de 2007. Una hora malísima, no sabes si irte pronto a dormir o ir de empalmada al bus. Yo no hice ni una cosa ni otra, y así me fue…

Ponemos rumbo a Consuegra, pequeño pueblo ubicado al sur de la provincia de Toledo, en plena Castilla – La Mancha, donde se sitúa uno de los conjuntos más notables de molinos de viento de toda la región. Estos molinos, famosos en buena medida por el relato cervantino del Quijote, son obras del siglo XVI, nacidas para aprovechar la fuerza del viento a la hora de hacer del cereal, harina. Allí una amable guía nos explicó el funcionamiento de los mismos, ya que uno aún es capaz de funcionar, y algo de historia del castillo ubicado al lado.


Al mediodía, algo más tarde de lo previsto (algo pesada esta guía, ¿no?), nos trasladamos a Toledo. Allí nos esperaba una ciudad relativamente desconocida a nivel internacional, supongo que por su pequeño tamaño, pero que esconde una monumentalidad y una historia comparables a muy pocas ciudades en nuestro país. No obstante, fue durante años la capital de España, y no de cualquier España, si no de la España imperial del siglo XVI en la que “no se ponía el sol”… algo que explica en parte su majestuosidad monumental.

Y curiosamente, el primero monumento que visitamos fue… ¡el albergue! El castillo de San Servando, es un castillo medieval, emplazado en un lugar maravilloso, elevado sobre la vista del río Tajo y su puente más bello en la ciudad, el de Alcántara. Se conserva perfectamente y está restaurado como un albergue… ¡de lujo! Las personas que más han viajado con AEGEE me dijeron que es el mejor albergue de todos los que se han visitado en las excursiones, sólo pudiendo hacerle frente Santiago de Compostela… ellas sabrán…


La visita guiada empezó, con todos cansadillos. Nos dirigimos directamente a la catedral de la ciudad, emplazada casi en lo alto de una de las colinas que protagonizan Toledo (para los que no la conozcan, una ciudad llena de cuestas). La catedral, demasiado rodeada por casas (olvídaos de una plaza como en León), sin embargo, es por dentro una de las catedrales más espectaculares de nuestro país. Tiene vidrieras (no tantas como León, pero bien conservadas), tiene cuadros de autores de renombre internacional como el Greco, Rubens, Van Dick, Goya… un coro increíble, y un retablo mayor que perfectamente puede ser el más bello de España. Una pequeña sala muestra algunos tesoros de la misma, donde destaca la Custodia, una figura de oro compuesta por 5.600 pequeñas piezas, cuya majestuosidad, tamaño y brillo a mí me dejaron con la boca abierta.

La visita siguió después por los alrededores, contemplando la catedral desde lo más parecido que hay a su alrededor a una plaza, donde nos tiramos alguna foto… Posteriormente seguimos hasta llegar a las escaleras automáticas de la ciudad, en plena calle (os dije que había muchas cuestas, ¿no?), que nos llevaron directamente a la puerta Bisagra, la puerta de la muralla más majestuosa de la ciudad. Decir que por el camino vimos varias bodas, y es que… ¡¡a AEGEE – León las bodas le persiguen últimamente!! Después, dimos tiempo libre para cenar, y el que escribe esto, estaba tan cansado que se fue a dormir (a las 21) y no amaneció hasta la hora del toque de queda del día siguiente. No tengo ni idea de si la gente salió de fiesta o no, lo siento, yo no podía con mi alma…

Al día siguiente, desayunamos a las 9. El desayuno, ni que decir tiene, fue tan maravilloso como todo el albergue en general. Tanto, que yo desayuné dos veces…:D
Y seguimos con la visita guiada. Hoy tocaba visitar la judería, el barrio en el que vivieron los judíos los siglos en los que Toledo fue un ejemplo de convivencia de civilizaciones (judíos, musulmanes y cristianos convivieron en paz allí durante siglos). Por desgracia, la casa-museo del Greco estaba cerrada por obras, pero no así el museo Sefardí que finalmente visitamos. Este museo, ubicado dentro de la Sinagoga del Tránsito, muestra la historia de los judíos en España, y me resultó muy interesante, aunque más interesante fue la oportunidad de ver una sinagoga por dentro, cuyo estilo me recordó mucho a los monumentos de origen musulmán de Andalucía.

Pasado esto, y después de dar tiempo libre para comer, nos montamos en el bus para volver a León. Pero no fue un viaje directo, si no que paramos en Ávila. Esta ciudad posee el mejor conjunto amurallado medieval de Europa, con una muralla de 2 kilómetros de longitud perfectamente conservada, con sus 8 puertas y sus 90 torreones. Pasear por el exterior de sus murallas es una delicia difícil de olvidar… También vimos la catedral, gótica, bonita aunque a mi gusto algo “mediocre” si la comparamos con catedrales cercanas a Ávila, o con las de Toledo y León.



Y de allí, partimos hacia León, después de 2 días y una noche en las que conocimos bellezas relativamente desconocidas de nuestro país, como dos pequeñas ciudades amuralladas de entre las más bellas de España, o los molinos de viento contra los que luchó en sus aventuras el Quijote. ¡Nos vemos en la próxima!


César Saeta
Relaciones Públicas de AEGEE - León

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