Menos mal que nos queda Portugal....
La salida estaba prevista para las 23:30 del miércoles 8 de Noviembre, y apenas se retrasó. El viaje, un tanto largo y pesado por la lejanía de Lisboa y por ser de noche y obligarnos a intentar dormir en el autobús, fue sin apenas contratiempos (excepción hecha de una chica estadounidense que ya en Benavente tuvo una urgencia urinaria y de cuyo nombre no quiero acordarme :P). A pesar de parar más tiempo del necesario en una estación de servicio a sólo 50 km. de Lisboa y de un cierto atasco a la entrada a la ciudad, la llegada se efectuó a una hora bastante temprana, alrededor de las 9 de la mañana, con una temperatura que presagiaba el buen tiempo del que disfrutaríamos todo el fin de semana.
Como a las habitaciones sólo podíamos acceder a partir de las 13.00 h., aprovechamos la mañana para conocer algunos rincones cercanos a nuestro hotel del Barrio de “Baixa”, como la “Praça do Comercio” o la “Praça da Figueira”. Javi (“la secre”) fue el amable guía que nos dio una introducción sobre la ciudad en estos lugares.
Por la tarde, y después de que algunos durmieran un poco (incluso los hay que lo hicieron algo más de la cuenta :P), subimos a un mirador desde el que podían observarse unas buenas vistas de la ciudad, por cortesía de Isidro, nuestro otro guía en Lisboa.

Ya por la noche, a pesar de la dureza del viaje y de lo poco que habíamos dormido, hubo gente que se atrevió a hacer una fiesta en el hotel, o fuera de él.
Al día siguiente, viernes, el destino nos fue a llevar a Belem, un barrio lisboeta situado cerca de la desembocadura del Tajo. Allí vimos el Monumento a los Descubridores, la Torre de Belem (sólo por fuera por una huelga) y el Monasterio de los Jerónimos, éste también por dentro.
La tarde la tuvimos libre, y cada uno la aprovechó como quiso. Fuimos un grupo numeroso los que nos acercamos al Oceanario de Lisboa a ver pececillos... para después acabar comiendo un helado en la salida. Sí, ¡¡en noviembre!! Algo imposible de hacer en León.

Sintra y Cascais fueron nuestros destinos el sábado. Aún con sueño llegamos a la primera, donde visitamos primero el palacio Nacional de Sintra (explicado por Ainoa), y luego el palacio da Pena, el cual nos gustó especialmente. Por la tarde, Cascais y Estoril eran las ciudades a visitar, pero por retrasarnos sobre el horario previsto (queríamos ver los palacios con calma, jeje) renunciamos a la segunda. En Cascais comimos, fuimos a la playa, algunas chicas valientes del Báltico incluso se bañaron, y después quedamos a las 17.00 h. para ir a ver la “Boca do Inferno”. Llegamos algo tarde y la puesta de sol se nos adelantó, pero aún así disfrutamos de la belleza del mar en un atardecer portugués, sacando fotos tranquilamente sentados.
De vuelta a Lisboa, y a pesar de que al día siguiente madrugábamos (como todos los días), la fiesta fue protagonista. Algunos salimos por la ciudad (en el hotel cerraban el bar a las 12... esto no es España) y conocimos la fiesta nocturna lisboeta en el “Bairro Alto”.
Con aún más sueño que el primer día, el domingo salimos hacia Oporto. Tras cuatro horas de viaje llegamos a la ciudad que ve morir al río Duero, y aparcamos junto a los juzgados. Tras asaltar la ciudad en busca de algo que comer, nos encaminamos a conocerla. Jordán hacía aquí las veces de guía, y aunque el paseo preparado por él empezaba a las 16, muchos dimos una vuelta antes por las zonas más turísticas de Oporto, como el puente de Luis I, junto al que nuestro afable guía dio una breve introducción sobre la urbe.

Tras Oporto, y ya de noche, nuestro viaje dio a su fin cuando a la 1:15 de la noche entre el domingo y el lunes, llegamos a León de nuevo, tras un fin de semana algo largo en el que creo que lo pasamos todos genial, y vimos varias de las cosas que nos puede mostrar nuestro país vecino, Portugal.
¡Gracias a todos y nos vemos en la próxima!
César Saeta
AEGEE - León
Como a las habitaciones sólo podíamos acceder a partir de las 13.00 h., aprovechamos la mañana para conocer algunos rincones cercanos a nuestro hotel del Barrio de “Baixa”, como la “Praça do Comercio” o la “Praça da Figueira”. Javi (“la secre”) fue el amable guía que nos dio una introducción sobre la ciudad en estos lugares.
Por la tarde, y después de que algunos durmieran un poco (incluso los hay que lo hicieron algo más de la cuenta :P), subimos a un mirador desde el que podían observarse unas buenas vistas de la ciudad, por cortesía de Isidro, nuestro otro guía en Lisboa.

Ya por la noche, a pesar de la dureza del viaje y de lo poco que habíamos dormido, hubo gente que se atrevió a hacer una fiesta en el hotel, o fuera de él.
Al día siguiente, viernes, el destino nos fue a llevar a Belem, un barrio lisboeta situado cerca de la desembocadura del Tajo. Allí vimos el Monumento a los Descubridores, la Torre de Belem (sólo por fuera por una huelga) y el Monasterio de los Jerónimos, éste también por dentro.
La tarde la tuvimos libre, y cada uno la aprovechó como quiso. Fuimos un grupo numeroso los que nos acercamos al Oceanario de Lisboa a ver pececillos... para después acabar comiendo un helado en la salida. Sí, ¡¡en noviembre!! Algo imposible de hacer en León.

Sintra y Cascais fueron nuestros destinos el sábado. Aún con sueño llegamos a la primera, donde visitamos primero el palacio Nacional de Sintra (explicado por Ainoa), y luego el palacio da Pena, el cual nos gustó especialmente. Por la tarde, Cascais y Estoril eran las ciudades a visitar, pero por retrasarnos sobre el horario previsto (queríamos ver los palacios con calma, jeje) renunciamos a la segunda. En Cascais comimos, fuimos a la playa, algunas chicas valientes del Báltico incluso se bañaron, y después quedamos a las 17.00 h. para ir a ver la “Boca do Inferno”. Llegamos algo tarde y la puesta de sol se nos adelantó, pero aún así disfrutamos de la belleza del mar en un atardecer portugués, sacando fotos tranquilamente sentados.
De vuelta a Lisboa, y a pesar de que al día siguiente madrugábamos (como todos los días), la fiesta fue protagonista. Algunos salimos por la ciudad (en el hotel cerraban el bar a las 12... esto no es España) y conocimos la fiesta nocturna lisboeta en el “Bairro Alto”.
Con aún más sueño que el primer día, el domingo salimos hacia Oporto. Tras cuatro horas de viaje llegamos a la ciudad que ve morir al río Duero, y aparcamos junto a los juzgados. Tras asaltar la ciudad en busca de algo que comer, nos encaminamos a conocerla. Jordán hacía aquí las veces de guía, y aunque el paseo preparado por él empezaba a las 16, muchos dimos una vuelta antes por las zonas más turísticas de Oporto, como el puente de Luis I, junto al que nuestro afable guía dio una breve introducción sobre la urbe.

Tras Oporto, y ya de noche, nuestro viaje dio a su fin cuando a la 1:15 de la noche entre el domingo y el lunes, llegamos a León de nuevo, tras un fin de semana algo largo en el que creo que lo pasamos todos genial, y vimos varias de las cosas que nos puede mostrar nuestro país vecino, Portugal.
¡Gracias a todos y nos vemos en la próxima!
César Saeta
AEGEE - León
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