Cuevas de Valporquero y Montaña leonesa

La excursión a las cuevas de Valporquero es una de esas excursiones de un día, que como otras (Médulas y Ruta del Cares) suele tener un carácter especial comparada con las demás. Esto no las hace ni mejores ni peores, sino diferentes. Frente al carácter "urbano" de la mayoría de excursiones de AEGEE, en las que se visitan ciudades, estas pequeñitas nos dan un paseo por esa naturaleza tan cercana y a veces tan ignorada, y nos ayudan a desconectar por unas horas del característico bullicio de una ciudad.

Debido al éxito a la hora de hacer las preinscripciones, se prepararon dos autobuses para esta excursión, el primero el día previsto, sábado 14 de abril, y el segundo, el domingo 15. Yo viajé en el primero, y os hablaré de lo acontecido en mi día, si bien el "planning" era el mismo que para el autobús del domingo. Salimos sobre las 9:30 después de que un ejército de autobuses urbanos nos bloqueara el paso en Sto. Domingo durante unos minutos. Después de unos 50 km. y una hora de viaje llegamos a las cuevas de Valporquero, no sin antes quedarnos boquiabiertos ante el espectacular paisaje que nos ofrecen las hoces de Vegacervera, las cuales atravesamos en nuestro recorrido.

Una vez allí, disfrutamos de una de las cuevas más espectaculares geológicamente hablando del norte de España. A pesar de carecer de pinturas rupestres como las que poseen Altamira o Tito Bustillo, el conjunto de estalactitas y estalagmitas sorprende a propios y extraños. La entrada especial nos dio el recorrido completo, con salas tan espectaculares como la Gran Rotonda, Gran Vía o Maravillas. A la salida dimos tiempo libre para comer. Algunos dimos una vuelta subiendo a las colinas cercanas a la cueva para poder admirar las vistas de la zona. La atalaya de Valporquero fue uno de los destinos de nuestras "ascensiones".


Llegadas las 14:30 seguimos ruta para cambiar al valle del río Curueño, donde la cascada de Nocedo nos aguardaba. Por encontrarnos en unos días en los que el río venía crecido, casi nos duchamos por intentar acercarnos a hacernos una foto. Aunque quizá a alguno le hacía falta...



El siguiente y último punto del día sería la subida a la Valdorria. Yo tenía miedo de que buena parte de la tropa erasmus se quedara durmiendo en el bus, pero al final nos siguieron todos. El autobús nos dejó un poco más adelante de donde se sitúa la cascada, en el pueblo de Nocedo, y desde ahí nos esperaba una subida de 3km. por una carretera que alcanza en algunos momentos unos desniveles de locura. Llegados a ese pueblo en medio del monte, nos encaminamos (algunos, otros prefirieron ir al bar) hasta la ermita de San Froilán, según la leyenda, construida por él mismo, en un sitio inverosímil, desde el que las vistas que se aprecian son maravillosas.



Allí un mexicano, de nombre Álvaro, nos anunció picando en la "microcampana" de la ermita la fecha de su enlace nupcial (sí, AEGEE tiene la oportunidad también de ir a una boda), para el conocimiento de todos. Pasado un rato de disfrute de plena naturaleza, dimos media vuelta, regresando a donde el autobús nos esperaba, para regresar a casa. Una excursión diferente para conocer el lado natural de esta España apasionante, y de esta provincia de León llena de tan bellos contrastes.
César Saeta.
AEGEE-León

Comentarios